Una antigua leyenda japonesa relata que la diosa del sol Amaterasu, tremendamente molesta con su travieso hermano, se había ocultado en una caverna y tapado la entrada con una roca, provocando un eclipse. Los hombres, temiendo que el sol no volviera, construyeron por consejo de un sabio una gran pértiga para pájaros y colocaron allí todos los gallos del pueblo. Cuando los gallos comenzaron a cacarear ruidosamente, la diosa no resistió la curiosidad y se asomó fuera de la cueva, abriendo apenas la entrada de la cueva. Un enorme luchador de sumo empujó entonces la roca, permitiendo salir al sol. Dicha cerca para los gallos fue el primer arco torī. Desde entonces, el torī se convirtió en símbolo de prosperidad y buena suerte y su uso se extendió por todo Japón.

2 comentarios

  1. David Padrosa // 12 de mayo de 2009, 10:38  

    Siempre iluminandonos con tus conocimientos. Ya tenemos ganas de verlos en práctica y ver esa criatura que estas construyendo.

  2. Unknown // 29 de octubre de 2009, 16:48  

    fascinante